26 de enero de 2012

LA IMPORTANCIA DE LA ZONA PÉLVICA.

Muchas veces nos preguntamos qué es eso de lo que ahora se habla tanto: El Suelo pélvico o periné. Es un órgano de nuestro cuerpo que usamos todos los días y del que desconocemos hasta el nombre, es lo que está ahí abajo, algo tan íntimo que nos ruborizamos al referirnos a ello por su nombre. Si no lo conocemos, ni sabemos dónde ésta ¿Por qué provoca vergüenza?


Normalmente nuestra educación sobre consciencia corporal se resume en enseñar a nuestros/as hijos/as a nombrar las partes de su cuerpo a través de juegos mientras los bañamos o cambiamos (estos son tus ojitos, debajo está tu naricita, debajo está la boquita, bajamos hasta la barriguita y, debajo está...un pie). Después de una detallada descripción de su cuerpo ¿dónde nos hemos dejado sus genitales? Ni si quiera los nombramos o buscamos formas infantiles o cómicas de hacerlo (cosita, colita, pepe, chochete, ahí abajo...).


Esto hace que desde pequeños no tengamos consciencia de la importancia de esta parte del cuerpo ¿Qué pasa cuando nuestros hijos empiezan a explorarse? ¿qué les decimos? Puede que aprendamos que no está del todo bien tocarse, que no puede ser bueno sentir cosquillitas,... no puede ser bueno porque “nadie me ha dicho que esto pueda suceder”. Como nadie habla de los cambios que voy teniendo parece algo secreto, que hay que ocultar. Con esta falta de conocimiento debemos decidir si seguir o no explorando nuestro cuerpo y aprender a escuchar o ignorar lo que nos dice. Es muy importante que seamos conscientes de que la educación sexual y corporal no empieza cuando nuestros hijos comienzan a preguntarnos por las relaciones sexuales por ejemplo a los doce años, sino que se inicia cuando trabajamos nuestra sexualidad y educamos a nuestros hijos desde que nacen.


Y de repente nos encontramos, cada uno con su propia familia, su propio descubrimiento de la sexualidad, con experiencias en las que “hemos hecho lo que hemos podido”, en las que hemos disfrutado o no, en las que nos hemos comunicado y hemos aprendido, amado y odiado y un largo etcetera que compone nuestra historia psicosexual. Con todo este bagaje, ahora nos dicen que hay que “trabajarse el suelo pélvico” que es muy importante,...


Volvemos al principio ¡¿dónde esta eso y por qué es tan importante?!


Aprender a conocer y sentir nuestro cuerpo hace que seamos más conscientes de lo que nos sucede y si está “mejor o peor”. Es entonces cuando podemos empezar a trabajarlo y mejorarlo. Decimos que “estamos bien” (y quizás sea así ) pero no sabemos si “podemos estar mejor”.

Vamos a poner un ejemplo: si te pregunto cómo te encuentras físicamente ahora, ¿qué me responderías? ¿Piensas que en general estas bien o te molesta algo? Algunos me responderéis que si, os encontráis en general bien, otros que os molesta algo. Y ahora vamos a centrarnos en una parte del cuerpo concreta: los hombros. ¿Cómo los tenéis? Muchos de vosotros bajareis los hombros y podéis notar la musculatura tensa, engarrotada. Llevamos un estilo de vida en el que no somos conscientes del nivel de estrés y tensión que tenemos en el cuerpo, porque “estamos acostumbrados”. Este ejemplo lo hacemos fácilmente con una parte del cuerpo que vemos todos los días, que tocamos, vestimos y sentimos. ¿Cómo lo hacemos con una parte que no vemos ni tocamos como los músculos de la zona pélvica y encima ni siquiera nos han nombrado cuando éramos pequeños?


Eso es lo que intentamos hacer, entre otras cosas, en el taller de Psicoerotismo: Re-aprender a conocer y sentir nuestro cuerpo, nuestra zona pélvica; saber dónde está y qué puede hacer nuestra pelvis, qué es el suelo pélvico, conocer nuestra vejiga, vagina, útero, nuestro recto; saber cómo funcionan, cómo mejorarlo o trabajarlo para que tenga un buen funcionamiento, una sexualidad más completa.


Digo que se trabaja entre otras cosas porque este taller trata aspectos más amplios de la sexualidad femenina y masculina (fomenta el desarrollo personal, cambio de roles y crecimiento erótico a través del autoconocimiento, nos hace aprender a conectar y sentir nuestro cuerpo, nuestro mapa erótico y sexual, nuestras emociones, por ejemplo) pero en todo este entramado no nos podemos dejar de lado un mayor conocimiento del cuerpo genital para aprender a sanarlo y a vivirlo de forma completa.


Como hemos dicho antes, no se trata de estar bien sino de sentirse mejor, de disfrutar de lo que te enseña tu cuerpo y respetarlo, de darte cuenta de que lo que nos pasa no tiene porque ser “normal”, no tenemos por qué conformarnos con lo que “nos toca”. Se trata de ser el protagonista de tu vida y tomar las riendas de tu salud.

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